Una Receta para Conectar
En las últimas semanas he tenido la oportunidad de compartir momentos de aprendizajes y acompañamiento con profesionales de varias especialidades médicas. En algunos casos, acompañándoles en el desarrollo de sus competencias no-médicas; en otros casos, en algún que otro proceso de selección que vengo desarrollando para alguna que otra especialidad médica; y en algún otro caso, como paciente, dentro de mi propia ITV personal.
Cuando hablamos de comunicación efectiva, siempre hablamos de la importancia de la escucha, pues realmente la comunicación tiene que ver más con escuchar que con hablar. Por algo tendremos dos orejas y sólo una boca, ¿no?. Para escuchar el doble de lo que hablamos. La naturaleza no es caprichosa.
Tengo la suerte en mi día a día en el desarrollo de mi profesión de conocer a profesionales de muy diverso perfil: desde comerciales, a gerentes, analistas y desarrolladores de software, directores y mandos intermedios, emprendedores…pero sin duda uno de los perfiles con los que más disfruto aportándoles mi valor y del que más recibo a nivel de mi propio desarrollo, es sin lugar a dudas el sanitario, médicos y farmacéuticos principalmente.
Creo que ambas profesiones son un ejemplo natural de como CONTRIBUIR a que una persona se empodere en el cuidado de lo más sublime que puede tener, su SALUD. Y creo que cada interacción entre profesional y paciente (o cliente, según como se mire y quien lo mire, aunque no es objetivo de entrar en ese debate en este post), es una extraordinaria oportunidad para construir un espacio de CONFIANZA, CONEXIÓN y COMPRENSION, del cual, tanto uno como otro, tengan la oportunidad de salir con la sensación de sentirse mejor de lo que entraron: el uno, por haber podido ofrecer al otro sus conocimientos, sus recomendaciones y prescripciones, y también sus silencios. El otro, por encontrar en aquel, la información que no tenía, la formación que demandaba, la prescripción que necesitaba, pero sobre todo el espejo donde sentirse escuchado, aliviado y confiado.
Es el propio profesional sanitario y su actitud, la mejor receta para el enfermo. Si me otorgasen la facultad de emitir mi humilde receta para potenciar el desarrollo de una comunicación efectiva, incluiría los siguientes principios activos:
- Una sonrisa sincera y agradable en los primeros contactos. Una sonrisa transmite confianza, transparencia, humanidad.
- Una mirada atenta y continua, que transmita «estoy aquí», «tu eres lo más importante para mí en este momento».
- Un espacio de silencio cálido, donde la persona pueda sentirse escuchado y sentirse importante.
- Un acompañamiento corporal, que sintonice y cree conexión con el propio lenguaje corporal de la otra persona.
- Un conjunto de preguntas que permitan la reflexión y el empoderamiento de la persona hacia el protagonismo y la responsabilidad en el cuidado de su propia salud.
Hay sin duda muchos profesionales que están vacunados ante los virus que atacan estas competencias. Otros deberían tomar cada mañana una buena dosis profiláctica que les permita potenciar sus habilidades relacionales. ¿La suerte? ¡Que el entrenamiento en estas habilidades es posible…y crea anticuerpos!
PD: Escribo este post en agradecimiento a todos esos profesionales sanitarios con los que estoy teniendo la suerte de compartir recientemente, de los que tanto aprendo y a los que tanta pasión pongo por poderles aportar. Y no puedo dejar de prestar una especial mención a quien que me ha inspirado especialmente en estos momentos a escribir estas líneas, Jose María Arribas Rodríguez. Gracias Doctor.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!